Huellas de un firmamento interno(1)
Ricardo Mancilla Garay - Curador de arte (Chile)
“No sabía que el precio
de entrar en una canción era perder el camino de regreso.
Así que entré. Así que perdí.
Lo perdí todo con los ojos
bien abiertos”.
Umbral, Ocean Vuong
En un capítulo de su libro “El Arte Moderno”(2)(1988) dedicado a Pollock, el historiador y crítico de arte italiano Giulio Carlo Argan describe la genealogía del germen creativo del artista, destacando su reconocimiento de las “fuerzas vitales” que yacen en el inconsciente; espacio recóndito donde el arte llega, lugar más allá de las perdidas memorias biográficas del que emergen los impulsos de nuestros actos. Impulsados por una decepción profunda con el pensamiento progresista (la razón) y la vida de consumo, los representantes de la “Escuela de Nueva York” desarrollarán el expresionismo abstracto, pintura sin planeación que emerge de la espontaneidad y la introspección para mostrar la vitalidad del arte como discurso libre que desmantela la tradición pictórica y su representación figurativa. La abstracción acaba con la ilusión de la forma y la imposición de la idea y el orden.
Continuando la tradición abstracta, Juan Pablo Villacura (1986, Valdivia, Chile) separará la obra de su discurso narrativo, distanciando con una lógica absurda, humorística y coloquial, la pintura de su título: “1 semana, gracias”, “Más”, “Los niños están en vacaciones, puedo pintar!”, “Niños/Nadan = domingo”, “Decisión a las 19:47”, “Eso o no?”, “Ahora!, pero no puedes” , ejemplifican la intención de abrir horizontes infinitos a la interpretación del espectador. Con acrílicos, lápices y spray paint, desarrolla una iconografía que despliega la tela como un lugar en el que acaba de acontecer un evento existencial (Argan, 1991)(3); una especie de negativo donde se han grabado las huellas metafísicas de una personalidad que asoma las impresiones de su universo microcósmico en múltiples capas.
El cuerpo pictórico de Villacura expresará una memoria humana, ajena a la mente y su biografía (Colombres, 2005)(4). Un contenedor de iconografías, más allá del signo y el significado: manchas, campos de color, esfumados, rayados callejeros y curvas; collages de formas irregulares donde sólo el círculo será una geometría acabada y presente como un espectro en la mayoría de sus pinturas.
Villacura expone aquello que es más allá de su nombre, en una especie de antropometría que ha impreso apariciones de su forma auténtica, palpitante en profundidades donde la piel acaba.
A fines del siglo XIX, el artista y alquimista sueco August Strindberg (1849 – 1912), experimentó un procedimiento fotográfico para captar una imagen fiable de los cuerpos celestes. Adentrado en el bosque expuso placas a la intemperie. Los tránsitos del sol, las estrellas y la luna se grabaron en ellas, creando abstractas imágenes del universo. Esta serie denominada “Celestografías”, junto a su pintura “La noche de los celos” (1893), se consideran los antecedentes del abstracto.
En 1901 esta experiencia de formas metafísicas verá su precedente con la publicación del libro “Formas de los pensamientos” (1901, Londres) de C.W. Leadbeater. Bajo una mirada mística explorará la convivencia del hombre con presencias espirituales que participan de los diferentes acontecimientos humanos.
Villacura experimenta con “tecnología pictórica” formas de exploración de sus mundos internos. El lienzo será como las fotografías de Strindberg una imagen de su cielo microcósmico
__________________
1 Dedicado al historiador y crítico de arte Guillermo Machuca (1962-2020, Chile).
2 Giulio Carlo Argan. El arte moderno, Ma- drid: Ediciones Akal, 1998.
3 Ibidem
4 Colombres, Adolfo. Teoría transcultural del arte. Hacia un pensamiento visual in- dependiente. Buenos Aires: Del Sol, 2005.